La manufactura sigue siendo una fuerza crítica tanto en las economías avanzadas como en desarrollo. Pero el sector ha cambiado, trayendo nuevas oportunidades y desafíos a los líderes empresariales y a los responsables políticos. El sector manufacturero global ha pasado por una década tumultuosa: las grandes economías en desarrollo saltaron al primer nivel de las naciones manufactureras, una recesión severa sofocó la demanda y el empleo manufacturero cayó a un ritmo acelerado en las economías avanzadas. Aun así, la fabricación sigue siendo de importancia crítica tanto para el mundo en desarrollo como para el avanzado. En el primero, continúa proporcionando un camino desde la agricultura de subsistencia hasta el aumento de los ingresos y el nivel de vida. En este último, sigue siendo una fuente vital de innovación y competitividad, haciendo contribuciones descomunales a la investigación y el desarrollo, las exportaciones y el crecimiento de la productividad. Pero el sector manufacturero ha cambiado, brindando oportunidades y desafíos, y ni los líderes empresariales ni los responsables políticos pueden confiar en las viejas respuestas en el nuevo entorno de fabricación. El FMI, a pesar de asegurar una desaceleración económica para Latinoamérica, mostró cierto optimismo con algunos países de la región. En parte por el “moderado” desempeño de Brasil y México, pero más que nada por la “estabilización financiera y la recuperación” que espera para Argentina —tercera economía de la región—, y el crecimiento por encima del promedio que pronosticó para Bolivia.