ÂżTe ha pasado que has visto un anuncio de zapatillas para correr mientras lees un artĂculo sobre el auge del running en una pĂĄgina web?â A esa prĂĄctica se la llama publicidad contextual, y es anterior a internet, recuerda Benito MarĂn, uno de los autores de la guĂa, presidente de la ComisiĂłn de ProgramĂĄtica de la asociaciĂłn que aglutina a la industria del marketing y la publicidad digital en España. menciona que âColocar anuncios en entornos relacionados con la temĂĄtica que venden o promocionan se ha hecho toda la vida; es encontrarte la publicidad de una marca deportiva en el diario Asâ, incide. Es verdad que ahora resuena, poderosa, gracias a la inteligencia artificial (IA), como alternativa eficaz ante la desapariciĂłn de las cookies de tercera parte: aquellas que el navegador coloca en el ordenador del usuario y le persiguen por todas las pĂĄginas que va visitando. El antes y el despuĂ©s de la publicidad institucional
Ălex Iranzo, director general de la agencia de medios Infinity Barcelona, comenta que Google fue uno de los pioneros en la construcciĂłn de segmentaciones contextuales, aunque se plantea si esta tecnologĂa basada en palabras clave o etiquetados podrĂa considerarse contextual en sentido estricto. âLa mecĂĄnica es que, si hay un artĂculo o web que coincide con mis conceptos clave, ahĂ inserto mi publicidad. Se trata de una concatenaciĂłn de palabras que no analiza el contextoâ, puntualiza.
El lugar de la audiencia
En esas llegan las cookies, y âpasamos de un modelo de compra por espacios publicitarios a un modelo por audienciaâ, lo que significa que ya no importa dĂłnde se aloja mi mensaje, sino dĂłnde se encuentra mi audiencia, âa la que tengo que cautivar, no importa el sitio en el que estĂ©â, desgrana Iranzo. Y asĂ, las galletas adelantan a la publicidad contextual como principal fĂłrmula de segmentaciĂłn.
âLas cookies de tercera parte han puesto el foco en el seguimiento y la personalizaciĂłn, no necesariamente en la relevancia y el valorâ, indica Carlos Estrada, director de Desarrollo de Negocio de NP Digital. Cuando Google anuncia en 2020 su intenciĂłn de eliminarlas , tras varios retrasos parece que serĂĄ en 2024; es cuestiĂłn de tiempo que suceda, la industria vuelve sus ojos hacia la publicidad contextual, âque, como todo lo que es relevante y aporta valor, ha resistido el paso del tiempoâ, señala. En realidad, ha hecho mĂĄs que sobrevivir ya que, por el camino, se ha aliado con el big data [inteligencia de datos] y la inteligencia artificial, y ha sido âcomo ponerse una capa de superhĂ©roeâ, en palabras de Estrada. Una que le permite no ya leer palabras, sino entender el libro, y le abre las puertas a los contenidos audiovisuales, inaccesibles hasta ahora.
La IA ayuda al brand safety, imitar la apariciĂłn de una marca en un contenido negativo e impulsa el brand suitability o bĂșsqueda del entorno mĂĄs adecuado para lanzar un determinado mensaje, segĂșn la guĂa de IAB Spain. AdemĂĄs, faculta para automatizar la creatividad o, como lo expresa Iranzo, âno solo contextualiza el entorno, sino que adapta la creatividad a ese entornoâ. El directivo aterriza toda esta teorĂa en el caso prĂĄctico de un hipotĂ©tico producto para el insomnio: con una segmentaciĂłn por etiquetas, el anuncio se arriesga a salir en contenidos negativos o poco rigurosos; el big data garantiza que se lanzarĂĄ en entornos apropiados; la IA posibilita entender los contextos y, en funciĂłn de ellos, trabajar conceptos aledaños al insomnio como la calidad del sueño, consejos para dormir mejor o recomendaciĂłn de productos naturales o quĂmicos, con una creatividad diferente en cada caso.
Mayor eficacia
âEn esta era de privacidad, con usuarios cada vez mĂĄs preocupados, saturados y reacios a la hipersegmentaciĂłn, la publicidad contextual ofrece numerosas oportunidades para ser menos invasivos, mĂĄs relevantes y eficacesâ, subraya Paula MarĂn, directora creativa ejecutiva de ES3. Permite, prosigue, conseguir lo mĂĄs valioso: la atenciĂłn del usuario, que puede duplicarse gracias a la ubicaciĂłn de la comunicaciĂłn correcta en el entorno adecuado. Pero sin olvidar el mensaje, esencial por mĂĄs que tengamos el contexto, el momento y el producto perfecto. Paula MarĂn aboga porevitar caer en los clichĂ©s y las generalizaciones. âLa publicidad contextual puede perpetuar estereotipos, por ejemplo de gĂ©nero, o desafiarlos. La clave estĂĄ en la creatividadâ, asegura.
En opiniĂłn de esta especialista, muchas veces la publicidad contextual impacta con anuncios âdonde lo Ășnico diferencial es el contexto, desaprovechando la atenciĂłn con una creatividad plana que se centra en la conversiĂłn inmediata y pierde la oportunidad de construir marca a largo plazoâ.
En contraposiciĂłn, MarĂn pone ejemplos (televisivos) de publicidad contextual creativa, adecuada, relevante e incluso âmemorableâ: los anuncios de Estrella Galicia y de la serie BerlĂn de Netflix en las Ășltimas campanadas del año; Fi Network contando su tarifa EstefanĂĂĂĂĂaaaaa en La isla de las tentaciones (fue el grito que lanzĂł uno de los novios del programa de Tele 5 al ver a su pareja besĂĄndose con otro), o Resines for president de MĂĄsMĂłvil, con menciones a Alberto NĂșñez FeijĂło y a Pedro SĂĄnchez, en la primera tanda de anuncios del debate electoral previo a los Ășltimos comicios generales.
Invertir en nuevos entornos
SegĂșn el portal de estadĂsticas de mercado Statista, el gasto en publicidad contextual en todo el mundo durante 2023 fue de unos 227.380 millones de dĂłlares, y serĂĄ de mĂĄs del doble para 2030, cuando alcance los 562.100 millones de dĂłlares. Hay otros informes globales que arrojan cifras distintas, pero todos coinciden en su crecimiento. Benito MarĂn ve complicado segregar los nĂșmeros de este tipo de segmentaciĂłn en España, y no tiene claro que existan, pero sĂ es consciente, porque asĂ lo indican diversos estudios, de su efectividad. El usuario es mĂĄs receptivo a los mensajes publicitarios que tienen que ver con el contenido que estĂĄ consultando. Benito MarĂn vaticina que seguirĂĄ al alza, complementaria a otras tecnologĂas como las cookies de primera parte o los ecosistemas cerrados (en inglĂ©s walled garden).
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